martes, 28 de octubre de 2008

Sobre los orígenes sociales de la Reconquista



A. Barbero y M. Vigil, Sobre los orígenes sociales de la Reconquista, Ariel, Barcelona, 1984.

Este trabajo, aunténticamente revolucionario en su momento, es clave para comprender la transición del mundo antiguo al medieval en en norte de la península ibérica. Los autores acudiendo directamente a las fuentes tanto arqueológicas como documentales arrojaron nueva luz sobre los oscuros inicios de la época conocida como la Reconquista que hasta entonces se había planteado como recuperación nacional de un territorio perdido tras la ocupación musulmana.

Así, Barbero y Vigil, realizan un profundo análisis de las sociedades de cántabros y vascones, unos pueblos que se habían mantenido al margen de la romanización, manteniendo su identidad política y cultural durante toda la época imperial romana, como demuestra el auténtico limes establecido por los romanos en torno a los territorios ocupados por ellos en donde siempre se vieron obligados a mantener unos fuertes contingentes militares, ante las periódicas incursiones de estos pueblos del norte. Esta situación se fue agravando a medida que la decadencia romana se hacía más patente en la península y fue heredada por los visigodos tras su asentamiento y creación del reino de Toledo. Como demuestran numerosas fuentes recogidas en el libro, los reyes visigodos no dejaron de guerrear contra cántabros y vascones y mantuvieron una fuerte presencia militar en una frontera que vendría a coincidir con la de época romana. Estos pueblos mantuvieron su cultura, religión y estructura social hasta entrada la edad media, y mantuvieron en época romana y visigoda una lenta expansión por el territorio que continuaría ya en época musulmana dando origen a la formación de los primitivos reinos ya cristianizados.

El libro está estructurado en tres capítulos que coinciden cada uno con sendos artículos previamente publicados en importantes revistas científicas. El primero coincide en su título con el de la obra y desarrolla las cuestiones planteadas más arriba. El segundo capítulo habla del proceso de feudalización del reino visigodo de Toledo a través de ejemplos recogidos de las fuentes que han llegado hasta nosotros. Y el último capítulo profundiza en la organización social de los pueblos cántabros y en las transformaciónes que tuvieron lugar en el seno de estas sociedades hacia el origen de la reconquista.

lunes, 20 de octubre de 2008

Al volver la esquina

Carmen Laforet, Al volver la esquina, Destino, Barcelona, 2004.


Novela póstuma de la escritora catalana fallecida en Madrid en Febrero de 2004 y que por tanto no pudo ver la edición de esta novela, la cuál la autora se negó a dar a la imprenta en el año 1973 cuando ya sólo quedaba la última corrección previa a su publicación. La obra debía formar parte de una trilogía llamada Tres pasos fuera del tiempo como Laforet ya anunció cuando publicó La insolación en 1963 que debía ser el primero de los tres libros y a la postre el único publicado en vida de la artista.

Carmen Laforet había revolucionado el panorama literario español de la posguerra con su primera novela Nada que sería merecedora del primer Premio Nadal en 1944, y en la que narra las inquietudes de Andrea, una joven universitaria rodeada de un axfisiante ambiente familiar en la Barcelona triste de los años cuarenta. Más tarde, en 1952 sacó a la luz La isla y los demonios donde nos muestra la existencia de Marta, una adolescente deseosa de escapar de su pequeño mundo, y ya en 1955, La mujer nueva.

En Al volver la esquina, el protagonista es un personaje masculino, el mismo que en La insolación, Martín Soto, al que vemos ahora como un joven pintor de tendencias solitarias en aquel Madrid de 1950. La vida de Martín va a dar un cambio cuando una noche en Toledo se reencuentre con Anita, su compañera de vacaciones adolescentes a la que lleva años sin ver y sin tener noticias. Su existencia desde ese instante quedará unida a la de la familia de Anita, los Corsi, que le introducirán en su mundo de personajes excéntricos e inusuales con los que compartirá unos meses ajenos a las preocupaciones del día a día, ya que su vida junto a esta familia ocupará todos sus pensamientos. De paso Laforet nos muestra de forma magistral el ambiente de la sociedad burguesa en aquellos años de la posguerra.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Madrid, entre dos siglos


Antonio Jímenez Millán (editor), Madrid entre dos siglos. Modernismo, bohemia y paisaje urbano, Revista Litoral/Comunidad de Madrid, Málaga, 1998.

Aquel Madrid de 1898, capital de una España humillada y perdida que acababa de retirarse de sus últimos territorios de ultramar, acogía a una bohemia literaria que huía de los convencionalismos y odiaba el filisteísmo burgués.
El poeta Alejandro Sawa tras su paso por París, se convertía en Madrid en el maestro y gurú de la hermandad bohemia, retratado por Valle-Inclán en Luces de bohemia, ocupa el puesto de honor en la historia de la bohemia española. Aquello que Ernesto Bark llamó La santa bohemia.
Este libro hace un recorrido por ese Madrid de principios del siglo xx, por los lugares que frecuentaban los bohemios, nos muestra a personajes poco conocidos en algunos casos pero que forjaron un modo de vivir el arte admirado por unos y criticado por otros.
El lector encontrará aquí textos entre otros, del propio Alejandro Sawa, de Ernesrto Bark, de Unamuno, Valle-Inclán, del joven Juan Ramón Jímenez, de Cansinos Asséns crítico de la golfemia, del bohemio y sablista Pedro Luis de Gálvez, de Ramón Gómez de la Serna, además de otros bohemios ilustres de esa época dorada.
Además se acompañan estudios sobre el tema que han realizado autores como Luis García Montero, Manuel Aznar Soler, Francisco Fortuny, Almudena del Olmo, Pepe Rovira, Álvaro García y José Esteban.
Un libro para cualquiera que quiera iniciarse o profundizar en el tema.

Foto: El poeta Alejandro Sawa

jueves, 2 de octubre de 2008

El paisaje de la historia



John Lewis Gaddis, El paisaje de la historia. Cómo los historiadores representan el pasado, Anagrama, Barcelona, 2004.

Edición original: The Landscape of History, Oxford University Press, Nueva York, 2002.

Traducción de Marco Aurelio Galmarini

La pintura reproducida, Viajero frente a un mar de niebla que el alemán Caspar David Friedrich pintó en 1818, sirve de metáfora a Gladdis para exponer como vé a aquellos que se enfrentan a la historia, ya que al igual que el hombre del cuadro, lo que podemos ver ante nosotros es un paisaje brumoso en el que apenas podemos distinguir algunos elementos reconocibles, algunas montañas allá a lo lejos, es un paisaje que habrá que ir reconstruyendo escudriñándolo pacientemente para darle forma.

El autor, como el mismo reconoce, es deudor en este libro de otras dos obras anteriores que son El oficio de historiador de Marc Bloch (1886-1944) y ¿Qué es la historia? de E.H. Carr (1892-1982), donde estos historiadores ya se preguntaron sobre nuestra relación con el pasado y la mejor forma de afrontar su estudio. Al igual que ellos John Lewis Gaddis, reflexiona sobre la situación del estudio de la historia, sobre su necesidad y sobre sus relaciones con las otras ciencias, tanto sociales como con las denominadas ciencias duras.

¿Puede decirnos el pasado algo sobre el futuro?, según el autor, "conocemos el futuro únicamente por el pasado que proyectamos en él. La historia, en este sentido es lo único que tenemos" , efectivamente podemos afrontar el futuro poque tenemos una experiencia, un conocimiento de la evolución de las sociedades. De otra manera, estaríamos desarmados ante el mar de niebla de nuestro futuro, sin recursos.

También destaca Gladdis la misión de transformación social que debe tener la historia, conocer de donde vienen las cargas del pasado nos ayudará a liberarnos de ellas. "Por tanto, si la carga de la historia puede pesar tanto sobre el presente y el futuro, seguramente parte de la tarea de los historiadores consiste en tratar de aligerarla: mostrar que, debido a que la mayoría de las formas de opresión han sido construidas, es posible deconstruirlas, demostrar que lo que existe hoy no fue siempre así en el pasado y que, por tanto, no tiene porqué serlo en el futuro. En este sentido el historiador, debe ser un crítico social, pues gracias a su crítica el pasado libera el presente y el futuro aun cuando los oprima, de modo muy parecido a como el historiador, aunque paradojicamente, realiza al mismo tiempo ambos actos sobre el pasado mismo".

John Lewis Gaddis es profesor en la Universidad de Yale, especialista en la guerra fría.